Con los pies en la tierra y las raíces en el cielo

La incomunicación congela las agujas.
Aleja, separa lo que se unió, derrite lo solidó, derrama lo helado.
Las personas parecen cambiar de plano, de dirección, de existencia.
Que triste es la soledad cuando la única compañía es la luz naranja de una estufa que gira y vuelve a girar sobre el mismo eje, como un destino prefijado e inamovible.
Odio el olor a agua estancada.
Lo que se estanca, no cambia, no evoluciona, no fluye.
Lo que no fluye, se muere, se pudre, se estanca.

Siempre es triste darse cuenta de los que se alejan por que suponen, por que dieron por sentado cosas que no preguntaron nunca. ¿Por qué será no?
¿Por qué las personas son tan cobardes y tan infieles consigo mismas?
¿Por qué ponen afuera lo que no sienten adentro, y porque ponen adentro lo que no sienten de afuera?
Que rara es la gente.
Los que se alejan incluso de ellos mismos y no preguntan, porque prefieren presuponer lo que ellos creen que es obvio, para que van a preguntar si piensan que la respuesta ya la saben. Supongo que les será mas cómodo pero me parece lamentable, me huele a agua estancada.
¿Tanta vergüenza produce el amor?
¿Cuánto ego entregamos en un te quiero, en un te necesito o en un como andas?
¿No era otra cosa el muñequito verde sin carteles?

La incertidumbre me baja por los pies.
No logro atraparla, fluctúa entre mi pelo y se escabulle en mis ojos.
Y entonces me encuentro lejana y extranjera de todo lo que me rodea.
La ansiedad palpita en mi corazón y siento en el estomago un manojo de víboras electrificadas que no dejan de inyectarme veneno.
Se me cierran los ojos, se me abren las manos.
Miro al piso y suspiro, por que yo también a veces no comprendo.
¿Por qué la gente se aleja cuando uno se abruma? ¿No era al revés?
Pareciera que la gente se acostumbra rápido a determinadas situaciones, que se suponen esporádicas en el trascurso de determinado tiempo.
Y entonces no vuelven, estoy segura que ni siquiera se harían cargo de eso.
Que cagona es la gente.
¿Quién les metió en la cabeza esas ideas?
¿Qué es lo que no les permite hablar, expresarse, comunicarse?
Preguntar, para estar seguros y dejar las cosas claras. Pero claro, que es mejor darlo por hecho, porque la culpa después la va a tener el otro.

¿Acaso me creyeron capaz?
¡Como si yo lo hubiera pedido!
La puta madre.
Creo que odio al heredero del complejo de Edipo.
Cierro los ojos y siento las manos de mi super yo recorriendo con sus fríos dedos mi cuello.
Y grito, pero el no me escucha.
Ello duerme, en un baúl que ya casi, tiene telarañas.
Licenciada, me imagino en un cartel luminoso con luces de neon intermitentes.
Perfecto, se me infla el pecho.
Y ¿lo demás?
¿Dónde quedo la vida?
¿Dónde me reencuentro con mi salud mental?
¿Cuándo podré apaga mi cerebro por mas de seis horas seguidas?

¿No estaba bien ser responsable?
¿No era correcto ser constante?
¿Y los demás?
Parece que se olvidaron de vivir.
Toman la goma y el tiempo deja de existir.
Se paran las agujas y en algún eco lejano, volveré a sus vidas.
Con algún llamado, mail o sonrisa de mi parte, porque como ellos presupongo, que una vez más, será así. Y es mi culpa, por que a base de hábitos y costumbres, se forma el hombre.
¿Se quieren realmente las personas?
¿Lloro por ellos o lloro por mí?
¿Vale la pena?
¿Quién lo vale? ¿Ellos? ¿Yo?
¿Lo que hago o lo que dejo de hacer?
Hoy es uno de esos días donde me abrazo a la soledad y digo, Nadia mira para adelante, levántate y cambia la música. Prende la luz, comete un chocolate y escucha a Xuxa sin llorar por cinco minutos seguidos.
No podes ser tan maricona, tenes veintitrés años.
¿Tendrá algo que ver la edad con la esencia?
La vida sigue, lo malo pasa y nada es irreversible.
Esa es la cuestion…
A veces la vida nos ahoga, como las hojas del otoño ahogan las veredas porteñas.
Y aunque uno pueda elegir, el invierno arrasa sin precedentes y solo hay que tener la paciencia suficiente, para esperar que el verano llegue.
Las estaciones del Alma, también son parte de los cambios biológicos.
No podemos detenerlas, no podemos sofocarlas. Debemos simplemente, dejarlas pasar.
Que las flores vuelvan a tener colores, que las personas me miren a los ojos y sepan que no soy un libro, y que tengo necesidades como todos.
Que llegue el tiempo sagrado.
Que pasen las hojas y que yo pueda permanecer donde estoy.
Con los pies en la tierra y las raíces en el cielo.

N.P.S
27/06/08

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