La fauna porteña que viaja en colectivo

LA FAUNA PORTEÑA QUE VIAJA EN COLECTIVO

Llevo años viajando en colectivo, sin poder evitar observar a la gente, a la fauna porteña que viaja en el. Sus actitudes, sus maneras, su comportamiento, sus caras. Siempre pense que el transporte público es un lugar perfecto para analizar a las personas y personajes, a aquellos que pelean por un asiento, los que empujan, los que gritan, discuten entre ellos y con el chofer…porque es ahí donde somos animales en medio de una jungla de cemento.
Es ahí donde se palpa la individualidad, la falta de respeto y por suerte, también, se distinguen las personas con valores y principios. Un cóctel excelente para psicólogos, sociólogos o cualquier simple y mortal observador del comportamiento humano.


Capitulo 1: Individualismo publico
Generalmente, cuando una persona sube a un colectivo en el que hay varios lugares ocupados, suele elegir el asiento que esta vació, es decir no elijen sentarse al lado de alguien. Y es mas, muchas veces cuando se vacían los asientos de la fila de la izquierda que están solos, la gente corre disimuladamente para sentarse ahí, como si el ser humano que tenían a su lado les produciría alergia. Sé que puede haber varias justificaciones del estilo como “estoy más cómodo” “tengo más espacio” “quería la ventanilla” etc, incluso yo a veces lo hago por las mismas causas. Pero hay algo detrás de todas esas excusas que esta latente. El alejarse del resto, el estar solo, la comodidad de la soledad, la individualidad que tanto caracteriza a la sociedad actual.
Por otra parte, también encontramos, dentro de esta gran fauna, a los grandes egoístas que creen que viajan solos. Están los que hablan por teléfono a los gritos y uno no puede evitar enterarse de toda la conversación lo cual resulta muy molesto, porque realmente levantan demasiado cuando no es necesario. También tenemos los que escuchan la música tan alto, que obligan a los demás pasajeros a escuchar lo que el escucha. Además de estar sordo, parecería no tener noción de que otros a lo mejor queremos leer o escuchar nuestra música o que simplemente nos aturde y molesta.


Capitulo 2: Como hacerse el boludo a bordo de un transporte publico
Este es un tema complejo y social que nos incluye a todos. Más halla de la ironía o superficialidad de este texto, existen en la sociedad muchos prejuicios y diferentes maneras de discriminar, que se ven a toda hora en el colectivo. Esta lleno de gente que “se hace la boluda” constantemente con el tema de ceder el asiento. Generalmente cuando suben mujeres o hombres con bebes o niños pequeños, la gente de las primeras filas suele ceder el asiento como corresponde. Pero cuando suben embarazadas la cuestión se complica un tanto. Cuando están de pocos meses, mucha gente no lo detecta o prefieren no hacerlo. También, suele pasar, que a veces uno no sabe si estan gorditas o en la dulce espera, difícil dilema para tomar una correcta decisión, sin herir a la dama. Muchas veces, pasan minutos hasta que alguien se percata de la panza que a veces es imposible no ver, y le cede el asiento. Otras, por suerte, apenas sube el chofer grita “a ver un asiento para la embarazada” o cosas del estilo que hacen que la gente no pueda hacerse tanto la boluda. Y por ultimo, encontramos el gran problema de la tercera edad. Cada vez son mas los adultos mayores que viajan en transporte público, y además cada vez es mayor la taza población de gerontes a nivel mundial. Muchas mujeres mayores suben al colectivo agarrándose de donde pueden y sin embargo muchas veces, la gente tarda en ofrecerles el asiento ¡Sobre todo la gente mas joven! Yo no se si lo hacen apropósito porque no les importa, si son ignorantes o realmente no tienen registro de nada. Y con los hombres mayores, también pasa lo mismo pero diferente. Primero que el hombre, generalmente no es tan longevo como la mujer, entonces no es tan “notable” el paso de los años y a lo mejor, eso hace que mucha gente no le ceda el asiento porque cree que aun puede mantenerse de pie el tiempo que sea necesario viajar agarrado de donde puede. Por otro lado, he notado muchisimas veces que cuando una mujer más joven les cede el asiento ellos se niegan, como una manera de no demostrar debilidad, supongo yo. Y es una realidad, que a veces es difícil distinguir entre la delgada línea adulto/mayor y darse cuenta si hay que cederle o no el asiento pero de todas maneras yo prefiero ofrecérselo, y después ver que pasa.
Realmente es indignante la falta de respeto que hay en esta ciudad. No puede ser que una embarazada de ocho meses o una persona mayor que apenas puede estar parada tengan que viajar en estas condiciones porque la gente no tiene sentido común, respeto o amor. Ni siquiera la mínima noción de igualdad, de ceder, de compartir, algo que debería ser algo innato ante las personas más débiles o más longevas o con problemas motrices o lo que sea. Es triste que la gente siga mirando por la ventanilla, se hagan los dormidos o se distraigan con el aire, cuando alguien necesita el asiento en el que ellos estan apoyando sus nalgas. Me gustaría gritarles, pero no puedo…solo me quedo mirándolos fijo, pensando que a lo mejor, se den cuenta. Otro gran tema, es el de las ventanas que pasare a explayar en la próxima sección, ya que merece, un capitulo aparte.


Capitulo 3: Las ventanas existen
El tema de las ventanillas es complejo. Por ejemplo, suele pasarme seguido, que estoy sentada y la persona de adelante tiene la ventanilla toda abierta en pleno invierno. Me parecería correcto, que registre que atrás hay otras personas que a lo mejor tienen frío o se mojan si llueve o simplemente no quieren tener todo el viento en la cara y despeinarse y estar molesta. Pero no, parece ser que esas personas creen que están solas en el colectivo, sin tener conciencia que los demás pasajeros existen. También suele pasar que en invierno la gente cierra todo herméticamente y casi no se puede respirar. El olor a “humanos apretados” es intolerable y circula un aire caliente, irrespirable. Nunca entendí porque no pueden abrir unos centímetros las ventanas en invierno ¿Hay lluvia acida o nieva? Absurdo.
Por otro lado, tenemos a las personas mas educadas que te dicen: “¿Disculpame, puedo abrir la ventanilla?” y también tenemos a “los otros” que la abren de una y si te arrancan algunos pelos o te despiertan, mejor. Entonces abren todo su lado muy contentos y a vos te dejan sin medio centímetro para respirar. Egoísmo puro y falta de sentido común. Ni hablar de los inadaptados, ignorantes e inconcientes, que están comiendo o tomando algo, y abren la ventanilla para tirar la botella de litro y medio o el paquete de galletitas e incluso carilinas (porque yo los he visto). Me genera mucha impotencia que se comporten de esa manera. O sea ¡Es una ventana, no es un tacho de basura! ¿Qué parte nunca entendieron?. Indignante.
Ah, y dentro de este tipo de fauna, esta obviamente, el conductor del transporte, que tira cigarrillos, basura e incluso junta en la mano todos los boletos (de la gente que ya se subió con boletos comprados) y los tira todos juntos por la ventana como si fuera papel picado. Y yo me pregunto: Y la fiesta ¿Dónde esta?.


Capitulo 4: Transporte de violencia
El chofer, un prototipo de persona extraño. A bordo de los colectivos, la violencia se palpa diariamente. Muchos chóferes no suelen ser muy amables, responden mal, no abren la puerta cuando tienen que hacerlo, otros directamente te la cierran antes de que bajes y algunos incluso, son capaces de gritarte y maltratarte sin sentido. Algunos se malhumoran muchisimo cuando la maquina de boletos deja de andar o se traba. Clavan el freno y bajan con una furia que a uno le da miedo ¡Como si uno tuviese la culpa! Después están los que te pegan el grito porque tocaste el timbre mal, los que no te paran aunque llueva torrencialmente y granice, los que miran para el otro costado cuando están en el semáforo y les golpeas la puerta para que te abran y ni hablar de los que viven a los bocinazos, esquivando autos y corriendo una carrera de formula uno, creyéndose que son los reyes de la calle y arriesgando la vida del resto. Muchas veces me ha pasado también, que los chóferes se paren justo en el medio de la vía cuando la barrera esta bajando o esta por hacerlo. Me pone muy nerviosa estar en el medio de la vía atascada sin poder ir para adelante, ni para atrás y viendo que el tren se acerca. Eso, no debería pasar y tendría que haber mas conciencia al respecto. Claro que también, encontramos a los pasajeros que son violentos entre ellos y con el chofer, generando así un circulo vicioso que se retroalimenta hace siglos. Cuando el colectivo llega a una zona céntrica, todos comienzan a amontonarse en la puerta, te empujan, te codean, te pegan con la cartera, te pisan, te tiran del pelo, todo vale. Lo único que importa es llegar a la puerta, como si fuera una guerra por la supervivencia del más apto. Pareciera que el resto de los humanos dejan de existir, y como animales usan su fuerza y su egoísmo para pasarle por encima a quien sea. Y lo peor de todo es que generalmente, no te piden perdón.
Tranquilos, todos van a poder bajar, no hace falta matar al de al lado, no hay primer puesto. Gracias
Después tenemos también, las típicas peleas del chofer y el pasajero, porque el pasajero toco el timbre y el chofer no paro y entonces comienza el maltrato gratuito, la falta de respeto, que este país una mierda y todo se desvirtúa.
Y también suele pasar al revés, el pasajero para al colectivo en una parada equivocada y cuando sube, discuten porque el chofer le dice que ahí no hay parada y la señora dice que si, que ella toda la vida lo tomo en esa esquina y así prosiguen unas cuantas cuadras. También la famosa pelea del boleto, porque si sacaste 90 te pregunta hasta donde y te explique que si pasa por abajo del arco iris es provincia y es 1,25 y ahí arranca otra discusión de lo que es o no es, y después sube el inspector y uno no quiere agregar el resto y ya sabemos el final.
En fin, un quilombo importante.
Creo que se necesita cultivar más la tolerancia hacia el otro y practicar más Yoga para encontrar un equilibrio interior mas apto, para evitar descargarse con el primer mortal que se nos cruce.



Capitulo 5: El bondi te acuna
Amo dormir en los colectivos. Sobre todo en los largos viajes después de la facultad o en esos momentos donde uno cabecea y le pesan los ojos, volviendo de alguna fiesta o desayunando el humo del mismo transporte que nos lleva a destino o nos acerca a casa.
No se si ustedes han notado la cantidad de gente que duerme en los colectivos. Obviamente, que hay horas especiales donde la mitad de los pasajeros estan dormidos sobre todo cuando el colectivo esta casi vacío y es muy tarde o muy temprano, claro. Hace poco empecé a preguntarme porque tanta gente se toma estas hermosas siestas allí. Si bien puede haber múltiples respuestas, yo creo que tiene que ver con el movimiento que el colectivo produce, con un dulce vaivén que te acuna y te cierra los parpados. Quizás sea, una regresión a la infancia, al vientre materno o al moisés (Bueno, estudio psicología, me es inevitable).Dormir en el colectivo siempre es algo especial. De golpe, te sumergís en el mundo onírico y cuando abrís los ojos, nunca sabes bien donde estas ¡Y ni te cuento cuando llueve! Y es una sensación rara, de confusión y desorientación que dura unos segundos, pero enseguida uno se ubica, o no. Algo muy curioso que a mi me pasa siempre y creo que a la mayoría, es que aunque me duerma muy profundo, sueñe y ronque, me despierto siempre unas cuadras antes de casa o del lugar adonde tenga que ir. En todos estos años jamás me pase ni una cuadra y siempre duermo muy profundo. Hay algo interno, no se bien que será, como un reloj biológico que se orienta mas allá de nosotros y nos sacude unos metros antes. Ey dale, que ya llegamos. Susurra.



Capitulo 6: De olores, temperaturas, personas y personajes
El colectivo es como un caldo de cultivo. Se mezclan hombres, mujeres, trabajadores, adolescentes, personas adultas, niños, bebes, sucios, limpios, gordos, flacos, educados, maleducados,…la misma raza, muchas especies. Una mezcla sorprendente que generalmente es bastante asquerosa, sobre todo en verano cuando los fluidos corporales aumentan su cantidad y su olor, sobre todo. Muchas veces el olor es insoportable, porque te fallo el desodorante, porque nunca lo usaste, porque no te duchas hace días o por lo que sea, lo es. Pero mas insoportable aun es la persona que va “colgada” del caño de arriba y te pone la axila en tu cara, pero aun si es hombre, claro. Y ni hablar, de los que te pasan por al lado y se te quedan pegados ¡Que lo parió! No les mando la culpa, porque a todos puede pasarnos pero minimamente tene un poco mas de tacto y registra que hay mas personas a tu alrededor. Otra cosa bastante nauseabunda, es el olor…bueno ¿Como decirlo? a gases intestinales. Cuando son niños, o bebes, no hay culpa ni registro de nada, uno tiene que poner cara de feliz cumpleaños y bancarsela. Pero cuando son personas adultas, la verdad, es una falta de respeto. Mira, nose…aguántatelo hasta tu casa, hace el esfuerzo y nuevamente: pensa en los demás. O sea, estamos en un lugar cerrado, con cien personas, todos apretados y encima, vos libremente perfumas el aire que bastante contaminado esta. ¡No, gracias, yo paso!.
Por otro lado, encontramos personas y personajes. Nunca falta el que te pregunta la hora, una calle, un barrio y se te pone a hablar, el que te mira fijo todo el viaje, el que te da el boleto con su teléfono o e-mail, el viejito simpático que te conto toda su vida en un viaje, las minitas que suben y dicen “ayy no tengo monedas” o los niños del asiento de adelante que te miran con los ojos grandes. Y no faltan los niños de atrás que te patean el asiento todo el bendito viaje porque la madre esta en Júpiter y nunca se dio cuenta. Como el pibe que se sentó atrás tuyo y canta heavy metal en tu oído, el de enfrente que escucha cumbia a todo volumen, el de adelante que discute con su esposa en un tono de voz ridícula, la señora que te pega con la cartera o tiene un perfume espantoso, la cara de infeliz del chofer o la gorda simpática que te alegra el viaje.
Como diría mi madre ¡Hay de todo en la viña del Señor! Y así como hay de todo, por suerte hay gente que respeta, que pide disculpas, que habla en un tono normal, que cede el asiento, que toma conciencia, que se da cuenta, que no mira para el costado, que tira la basura en su cartera o que no empuja para bajar.
Aplaudo a la diversidad humana.
Descienda por atrás.
Muchas Gracias.

Y claro, 90 por favor.


N.P.S
08/12/08

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