Edad del Sol…No, mejor Sol edad.

Una vez mas, camino por las baldosas de la fría soledad.
Aquellas que escuchan resonar mis pazos en las noches, en los días y en cada mañana.
Aquellas que ya me conocen, casi más de lo que yo misma puedo re-conocerme.
Y él un pedazo, una porción, de mi soledad menguante.
Y yo, siempre sola, siempre aparte, casi como si no perteneciera a este mundo.
El olor a hierba, a pasto mojado, a humedad…
Y la luna, tan redonda, tan perfecta, tan cuajada.
…tan carnívora...
Me devora y me hundo. Paro. Subo. Agarro la mano de alguien y apretó tanto, que termino soltándola. Y se va. Y me voy.
Es el mismo, eterno, ciclo de siempre.
Y de nuevo, acá estoy. Yo con mi otro yo. Otros yoes. Tantos yoes.
Y mi teoría de la soledad, que me resuena como un bandoneón gastado como un piano desafinado, como el chelo del subte.
Como la orquesta en la que nunca estuve.
Como la jaula donde nunca me encerré, ni quise encerrar.
Y los dedos, tan largos, tan humanos, tan dedos…
me recuerdan, que tengo que salir a buscarme y encontrarme.
Y corro, cuadras, vidas, mares, oceanos, galaxias, pestañas…
Y siempre cuando me hundo, veo que mi sombra, es la que me tira el salvavidas.
¡Por suerte siempre hay alguien! (Susurro por lo bajo, para que los demás no escuchen).
Lo más gracioso, es cuando todos te dicen que si estas triste, vallas a ver al payaso plin plin. Ese payaso, que despierta la alegría de grandes y niños. Ese payaso que devuelve la felicidad olvidada.
Pero claro, nadie entiende, que ese payaso…
Ese mismo payaso…
Soy
Yo.


“Yo no sé de pájaros
no conozco la historia del fuego.
Pero creo que mi soledad debería tener alas”
Alejandra Pizarnik

* N.P.S *
03/04/06

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