En carne viva (Para Fernando Peña)



Un molde irrepetible, un ser excepcional, extremo e indefiniblemente inteligente. Único.
Objetivo y sin pelos en la lengua, Fernando vive en el borde en un caótico equilibrio y piensa que va a caerse del universo; pero no lo hace. Tambalea por la cornisa de cada uno de nosotros, nos exprime el corazón y nos palpa el Alma. Un hombre que no se limita, y por eso se define, abarca el todo y lidia con eso de una manera envidiable. Su idioma es la sinceridad y su enemigo la ignorancia. Ama y odio al ser humano tanto como a si mismo e imagina a la muerte parecida “a la linda cara de su madre”. Contradictorio y lógico, dentro de su delirio, Peña siempre logra lo que quiere. Generalmente cree tener la razón, aunque no tiene certezas y piensa que somos pocos los que podemos comprender realmente su esencia y empatizar con su ser. Y como todo ser humano, también se equivoca, porque cada día somos más.

Él ve la vida con un prisma diferente, por el que tan solo un par de mortales pueden observar. Con sus dos ojos intelectuales y su tercer ojo sensible, ha tratado profundamente de penetrar en ese mundo de ignorancia, de burla, de agresión que es la sociedad en la que todos vivimos. Como una mezcla explosiva de la Madre Teresa, Jesús y John Lennon con la autencidad de Fernando y la pureza de Peña, intenta salvar al mundo y quiere un mundo mejor de verdad. Pero naturalmente, como un secreto innato, el no va por el camino convencional. Su técnica es cachetear a la gente, quitar los velos de la sociedad y sacudir al mundo. Y a veces ni siquiera es tan conciente de su “misión” y cuando le preguntan porque lo hace, tiende a responder “porque es más fuerte que yo”. Un obsesivo observador de la raza humana, que agazapado espera para dar el zarpazo justo a tiempo, en donde más duele. Eso si, nunca pierde de vista la esperanza, el afecto y la posibilidad de cambio del ser humano. Ataca porque ama, generando conciencia y sacudiendo a la gente que elije apagar el despertador antes que suene. Siempre toda su provocación tiene un sentido que culmina con una rosa negra, que usa para poder embellecer el final, porque el romanticismo es la misma flor con la que nos velaran.

Un hombre que a través del hecho artístico nos brinda cotidianamente la posibilidad de reflexionar, mediante su observación inteligente y permanentemente profunda de cada uno de los momentos de nuestras vidas. Fernando produce un coctel de sensaciones y emociones en un mismo minuto. Posee la capacidad de hacernos reír a mandíbula batiente (como decía su tía) y al segundo siguiente hacernos aterrorizar de lo que somos capaces como sociedad y como personas. Tanto en la radio, en el teatro, como en la escritura de su vida Fernando siempre te va a ayudar a vivir. Siempre.
El nos retrata, de una manera cruda y milagrosa, para que podamos mirarnos a los ojos y mantenernos frente al espejo sin vergüenza. Para que seamos lo que realmente somos y aprendamos a vivir honestamente, porque la verdad siempre desangustia.

Desde otra perspectiva, como futura psicóloga podría decir que Peña es un muy buen objeto de estudio. Es el perfecto prototipo del "perverso", donde la homosexualidad es tan solo un detalle. Revolviendo las cenizas de su madre, reafirma el gran Edipo ambivalente que los une. Un fiel exhibicionista, que no busca mostrar sino engendrar horror y castigo. Su lado sádico es sabio y no le pega al masoquista, ya que no pegándole lo hace sufrir más. En cambio castiga a otros sádicos, que somos nosotros los oyentes fatalmente atraídos. Y como buen voyeurista no puede distinguir que aquello que ve como esbelto y bello en la penumbra, es tal vez la sombra de una vieja gorda cocinando. Pero es en el fondo igual a casi todos los humanos, su risa, sus lágrimas y su queja constante, se originan y van hacia el dolor. Muchos dicen que necesita un psicólogo, un psiquiatría o un exorcista, yo prefiero pensar que a esta altura de su vida Norman ya hizo su trabajo, y que lo mejor es un abrazo profundo y una mirada sincera; eso le basta para confirmar que esta vivo, así como basta la mirada incondicional de Mono y su devoción desbordarte.

Además de su deslumbrante abanico de criaturas, voces e historias inmortales, Peña es un excelente psicoanalista y un audaz provocador también. Sabe donde, cuando y sobre todo como meter el dedo. Te manipula y te escarba de una manera tragicómica, donde uno no puede mas que quedarse shockeado en la butaca, sintiendo como se le acelera el pulso y le sudan los pies. Otras veces, hay que hacer fuerza con la pera para no largar un llanto desconsolado e infantil en el medio del teatro o del colectivo a la mañana, escuchando la radio. Es un locutor brillante, un artista que se desangra en todas sus creaciones y un ser humano que encandila por donde se lo mire. También tiene una pizca de Maestro espiritual de Oriente y es poseedor de una mirada clara y sabia, de una elevada energía y su aura es puro Arte; sin dudas un Alma vieja. Peña se desnuda, en cuerpo y Alma, en cada suspiro, en cada momento sórdido y en cada latido. Se muestra tal cual es y abre los brazos al final de la función y mira para arriba pensando quien sabe que cosas. No es gente, no es persona, ni personaje, Peña ES. Y pocos, son.

Le encanta coquetear con la muerte, quien parece caer una y otra vez bajo sus encantos. Fernando ama la vida y se le llenan los ojos de lágrimas cuando habla de Mono, de su abuela y del amor…eso que late constantemente en sus venas, las mismas venas por donde corre el síndrome de inmunodeficiencia adquirida. Es el amor el que lo salva, el que lo empuja y la musa de todas sus grandes creaciones, el Amor. En los ojos de Fernando la luz de emergencia no se apaga nunca y en su fresca piel se respira el aroma de las flores más puras y podridas del Edén y del infierno. Las palabras son limitadas, no hay nada que lo abarque. No hay interpretación posible que pueda cerrar a alguien que no tiene limites, que no conoce fronteras y que es dueño de una lucidez tan inigualable.

Porque siempre quiso con ternura y el amor lo devoro de atrás, justamente, hasta el riñón. (Pero eso fue mas bien un “encuentro”). Amorcito, corazón…dile que lo quiero, dile que me muero de tanto esperar, que las rondas no son buenas, que hacen daño, que dan pena, que se acaba por llorar, canta frente al espejo. Así como lloro yo y me retuerzo por dentro en cada una de tus obras. Porque yo nunca le tire el Pan a Mugre, porque me quede sentada, triste e indignada por la bronca con la que la gente le tiraba el pan, nunca voy a comprenderlos. Porque hace demasiado que te sigo, te escucho, te entiendo, te odio, te amo, me enfermo, sueño con vos, te admiro y te quiero matar.
Si vos supieras todo lo que me enseñaste con tu sabiduría y tus cachetazos. Si vos entenderías las cosas profundas que me hiciste ver y cambiar automáticamente, por propia elección, gracias a la toma de conciencia que proviene de esa mente brillante que tenes y esa Alma, que tan solo vos sabes trasmitir tan bien. Y por que no creo en las casualidades, y mientras más te conozco más me conozco y más empatia siento. Porque a mi también me desgarra la voz de Virginia, porque adoro y bailo al compás de Liliana y Jesuza (cuando no lloro también), porque me desarmo y armo con Bennedetti, Alfonsina y Alejandra y porque le tengo fobia a los aviones y te admiro por eso, entre tantas otras cosas que nos unen y no pueden abarcar las palabras. Aplaudo de pie por estos puentes invisibles que se generan entre las personas y los terminan uniendo en una sincronía mágica. Por que apuesto a la “causalidad”, a la energia en constante movimiento, a las frecuencias similares y las redes invisibles que unen seres humanos.
Todo es infinitamente hermoso y trágico, chancho y glamoroso y de alguna manera, me gustaría retribuírtelo, pero no puedo. ¿Cuál será la manera Fernando? Esto es tan pobre y humilde…
Gracias por hacerme sentir tan adentro la certeza de que si pueden caer elefantes del cielo.
La muerte es parte de la vida, y si otra vez te morís, vas a volver a renacer. Nunca le soltaste la mano a Dios, ni la cola al diablo puto hermoso.
Te aplaudo, una vez más de pie y con un llanto inminente te susurro al oído izquierdo…

…no va a ser esta tu última función.


Algún día veras que me voy a morir
amandote, amandote, amandote...
Jaime Roos.


N.P.S
09 de Septiembre de 2008

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