A la espera de polen lunar *

Si esta pálida noche de luna llena decidí escribir, es porque estoy transitando un estado de ánimo que no recuerdo haber transitado nunca jamás, o al menos esos restos no descansan en mi conciencia.
Por eso los imprimo en estas hojas que me van a sobrevivir eternamente.
Como de costumbre, me encuentro sentada frente a esta computadora, que es siempre la primer testigo de mis catarsis, de mis lágrimas o risas, de los secretos más absurdos y hasta de mi Alma toda.
Una brisa húmeda de primavera con olor a tierra mojada me empapa los huesos.
Del parlante derecho, salen dos largos cables que entran a mis oídos, intentando a lo mejor escuchar solo lo que elijo escuchar…justamente, en esta noche donde ya no quiero escuchar mas nada, ni a más nadie sobre todo.
Una orquesta desgarradora de tangos y pianos me acompaña en esta madrugada de viernes.
Me siento como la luna. Blanca, enorme y lejana.
Soy tan conciente que estoy rodeada de estrellas, como de que estoy sola. Y cuando digo, estoy sola, no lo digo en el mejor sentido melancólico, depresivo o triste, lo digo en un sentido realista que me cuesta expresar.
Todos estamos solos, ninguna teoría me engaña, ni el amor, ni la familia.
Es una realidad obvia y extremadamente empírica. Siempre creemos que dependemos de otro, lo que me parece innato del humano…pero hay noches en las que siento que no es así, que eso es solo una ilusión de cartón que compramos porque preferimos creerlo de esa manera.
Sola. Es decir, yo con mi yo. Yo conmigo misma. Yo misma con todos mis conmigo. ¿Me explico?
Estar sola, eso es lo que sentí hoy, una soledad que no es triste que es realista y hasta es poética, como la soledad que al menos a mi, me transfiere la luna en la amplia e infinita noche.
Me gustaría poder viajar a la luna y observar todo desde allí. Incluso a mi misma.
¿Cómo seré desde allá arriba?
No quisiera observarme en un día como hoy, donde la saturación ha tocado lo más profundo de mis entrañas.
En un día donde siento que la gente no es gente, que las personas que me rodean se diluyen, se destiñen y no se permiten ser felices, ni siquiera por un mísero segundo. Se complican enredándose en cosas simples y superficiales…parece que le tuvieran miedo a la felicidad y buscaran lo complejo de la vida, que es mucho.
Me siento casi egoísta, justamente porque siento que quiero estar sola y que por hoy no quiero escuchar más problemas ajenos. Yo también los tengo, como cualquiera de ustedes, obviamente.
Esta noche, me siento así, sin querer saber más horarios de nadie, ni más proyectos de vida, ni patologías, ni horarios para encontrarnos desencontrándonos.
Parece que para más de uno la vida no basta y parece que para el resto, sobran las ganas de “romper la paciencia”.
No sola, decía, en el sentido amoroso de pareja. Soledad en un sentido más amplio.
La soledad no triste.
La soledad no eterna.
La soledad no negra.
La soledad sin el tinte y la representación “negativa” que todos tenemos de la soledad.
La soledad como un camino, como un momento, como un estado de lucidez…o a lo mejor, un simple estado de resignación ¿Cómo saberlo?
Por momentos me siento una hormiga, que esta en el hormiguero equivocado.
Hoy me siento así, es una sensación rara. Una angustia difusa, no triste, no alegre.
No tiene polos, ni matices, ni extremos…simplemente es.
Y me cuesta decir eso, porque cuando leo algo así, no termino de comprenderlo y me pregunto:
¿Cómo es? Para ser tiene que tener cualidades, o tiene que tener calificativos!! Y me exaspero.
Pero no…ahora entiendo que no siempre tiene que ser así. Tal vez, los estados mas puros sean justamente así.
¡Podrán ser tantas cosas señor!
El dolor de toda la humanidad contenido en mis pupilas.
Los lamentos de una tierra que no sana.
Las sonrisas de los muertos, la palidez de la luna.
Los rayos del sol.
¡Perdónanos Señor, no sabemos lo que hacemos!
Y bajo la tristeza de la luna
descubrí que mi alma era
una diminuta campana de cristal.


N.P.S
23/11/07

* El titulo y las letras cursivas del final pertenecen a Alfonsina Storni
.

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