Un amigo es la mano que despeina tristezas

Los amigos son esa parte de la raza humana
con la que uno puede ser humano.
Jorge Santayana


Porque se lo merecen. Porque hoy son mi inspiración. Porque desbordo de sentimientos, recuerdos y emociones quiero escribir sobre esa gente que amo tanto. Sobre esos fueguitos que iluminan, que vibran y que comparten la vida, su vida, mi vida.

Por sus manos amigas, por sus miradas partícipes, por sus manos amplias, por sus mambos compartidos, por su huella en el mundo, por ser parte del mió.
Porque estoy transitando un momento hermoso con seres que están en sintonía y que de alguna manera hoy son mí musa.
Surgió en mi dicha sensación (que luego se transformo en reflexión) cuando estaba en el parque con ella. Una rubia bonita de ojos verdes, llena de Arte, de ganas y de sonrisas, siempre. Tomábamos mate, nos reíamos de las cosas de la vida, de nosotras. Ella tejía macramé y me preguntaba a mí, y a las nubes, si tiene que irse a Europa o no. Una chica sencilla pero profunda. Ella dice que nadie es más sucio que ella, pero en realidad todos sabemos que es trigo limpio.
Una hippie fanática del melón que de la nada dice “¿Qué onda?” y produce ternura. La que hace pochoclo, la que baila y habla, la que dice “Buen día” a las 8 a.m. con el termo en la mano y escribe un texto que termina con la palabra “concupiscencia” y cree que cualquiera debería entenderlo.
Al rato, cayo la tercer integrante de un sueño latente. Sutil y amplia. Acompañada de sus enormes ojos, que estoy segura, siempre miran más allá. Porque lima con sus fotos y habla con sus silencios y se emociona cuando esta en la cima de una montaña. La que va a la payamarcha, es geminiana y también sueña.
Eramos tres, decía, faltaba la cuarta. ¿Que decir de esta integrante? Mi siamesa, mi reflejo, un pedacito de Alma y utopía. Una niña fucsia, una payasa triste, una mujer con alas. Mi compañera, mi hermana, parte esencial de mi existencia toda.
Con ella los silencios hablan y tenemos una idioma, una vida, casi un Alma.
Y así las cuatro volamos swingeando por un sueño, delirando que somos propapacufle y algún día haremos un numero limadohippieypacifico, claro. Las tardes en el parque, tomando mate con hierbas y filosofando sobre la vida. El famoso “Whuot?” al unísono y el explosivo y elocuente “no, meennn, enserio”. Y además de todo esto, animamos fiestas infantiles, toma! Que lindo es poder saber que existen, que son y que somos.
Siempre la vida une a la gente por algo, Dios tiene un plan para cada uno de nosotros.

Volviendo hacia atrás, decía que mientras yo cebaba mate con hormigas y ella me tejía una hermosa trenza, un mensaje ilumina mi celular. Un Alma gemela que me contaba que acababa de hacer parapente en Tucuman y estaba alucinado. Un ser que desborda de luz, sabiduría y sobre todo bondad. Conozco pocas personas tan buenas, compasivas y hermosas como el. Un compañero de esta vida y de muchas otras.
Otro hippie que cree que otro mundo siempre es posible y que me conoce casi más de lo que yo misma me conozco. Sonrió y me emociono, cuando recuerdo que su nick de ayer a pocas horas de partir para el norte era “Tucuman, hazme llorar” ¿Se entiende ahora lo que digo? De ojos tristes y risa contagiosa, un retazo de Dios.
Además, él me decía, que se cruzo con otra Alma hermosa, que tengo la dicha de tener en mi vida, haciendo dedo para San Luis.
Y entonces…por un momento se detuvo el tiempo. Pensé en mis amigos diseminados por Argentina, hippeando por todos lados, interconectados y me emocione.
Se me inflo el corazón de alegría, de empatia, de ternura y de amor.
Otro grupo de Almas esta en el norte. Uno de ellos es el que estaba haciendo dedo. Los “limados”, unos hippies sensibles, transparentes, con miradas profundas que siembran futuro. Las bolas de cumbia andantes, que son necesarios siempre. Los que aparecen a las 5 a.m. saltando en la cama, donde tres de las integrantes de propapacufle intentaban dormir, diciendo “Chinchilla de mierda” y tirándome espuma encima. Y a los pocos segundos se escucha a la rubia, cuarta integrante, hablando de los testículos y su caída. Si, siempre tan normales, ehh…!
El de los rulos, que siempre acota “ayy pero que bronca que me da”, me avisa a las 9 a.m. que se compro crema para “rulos obedientes”. El niño pisciano, al cual apodamos Tatan, compra un pan (si, un solo pan) en el supermercado que era un psiquiátrico (por nuestra agradable presencia) y el tercer integrante, mi canoso preferido, diciendo muy seriamente que había olor a polilla en el cuarto de la hippie dueña de la casa.
Un grupo de seres exóticos y queribles, sin duda.
Y propapacuble, que lloran en la cima del Uritorco, comen melón y bailan chacarera descalzas. ¡Son tan lindas!.
Los chicos de la facu, mis fantásticos bellos. Ella que con sus trenzas y su sencillez me dice que me va a contar como le fue en Capilla del Monte, cuando su Alma vuelva, porque todavía sigue allá. Una payasita profunda, con una sonrisa que sana y una fuerza magnética que hace vibrar. Él, el que se esconde atrás de una coraza, se indigna porque quiere volver al Sur y no se adapta a la ciudad. Con el soñamos ponernos un centro de terapias alternativas psicofísicas espirituales y algún día, no muy lejano, quizás deje de ser solo un sueño. Dos seres que llegaron a mi vida hace un tiempo y que siempre llevo en mi corazón. Me acompaña en mi esencia su energía, y lo que nos une y no podemos describir, pero sabemos que existe.
Muchos de mis amigos son viajeros que con su paso vagabundo y su llanto por el mundo saben que otro mundo es posible y luchan porque esa realidad no sea solo real en su mente.

También están los artistas. Los escritores, dramaturgos, cirquenses, músicos, la actriz dramática que toca el piano y la mujer perfecta y sensible. Ese hilo invisible que los une, los acerca, los fusiona. Los identifica y teje una red de luz que nunca me deja caer y siempre me permite entender que no estoy sola.
Los que se van a Europa a probar suerte, a ver que onda o a recorrer. Los que se van a dormir al medio de una montaña, los que se conectan con la naturaleza, los que buscan constantemente respuestas y los que viven intensamente.
Los que liman, los que malabarean con su propia Alma, los que viven para hacer reír al resto cuando ellos solo conocen lagrimas.
Los que te ofrecen su casa y tienen la capacidad de emitir la palabra justa en el momento necesario.
Siempre me sorprendió darme cuenta cuanto me conocen muchos de ellos. Soy demasiado mala mintiendo y ocultando sentimientos, más aun con gente que sabe entender mi mirada. Y a veces, debo confesar, me produce un poco de miedo sentir que con solo mirarme saben que me pasa, que pienso, que quiero. Y lo que es aun más maravilloso es que saben, incluso, que deja de pasarme.

También están esos de Internet. Los que están lejos pero cerca. Con los que me paso horas impulsivas y delirantes hablando de temas profundos o triviales. Indigos que la tecnología me hizo cruzar y despertar. Seres hermosos como el muchacho de pelo largo y mirada ancestral. Hermanos espirituales, como la niña de Santa Fe que me conmueve con cada mail y cada mensaje de compasión y luz.
Soñadores, guerreros, que expanden conciencias instintivamente.
La rubia, esa nena que conocí en jardín de infantes cuando solo teníamos tres años y mediamos muy poquito. Con la que jugué en el arenero y con la que descubrí la vida en la secundaria. Con la que tuvimos distancias y ausencias, con la que hoy es mi amiga. Una maestra jardinera que vive en Córdoba y en Buenos Aires casi simultáneamente. Un cúmulo de recuerdos y vivencias, ella tan simple y directa, la niña de goma eva, de la cartera de coco Mexicana, ella.
Mis amigos, todos, una gente bonita que vale la pena tener cerca.
Sin ellos, la nada.
Por que cuando estoy con un amigo no estoy sola ni somos dos. Somos.
Y tengo el privilegio de poder pensar en vos alta con muchos de ellos. Es como tener otro yo enfrente de mí. Un filósofo dijo que quien contempla a un verdadero amigo, es como si contemplara a otro ejemplar de sí mismo. Y si, realmente lo es.
Ya lo dice un antiguo proverbio oriental “Yo soy otro tu”.
Con este tipo de relaciones uno se siente libre, aireado y transparente. Porque ya no hay vergüenza, no hay pudor, no hay secretos. La verdad siempre libera, quita peso y evita angustias.
Las filosofías de vida, las maneras de ver, de recibir, de dar, de ser. La divergencia que también nos une y nos enfrenta cuando es necesario. Esas diferencias que nos hacen aprender cosas nuevas, que nos hacen comprender cosas viejas.
Los opuestos complementarios.

Dime con quien andas y te diré quien eres.
Sin ninguna duda lo es y me siento orgullosa por ello.
Por que mis amigos luchan, porque quieren un mundo mejor, porque están llenos de colores, de buena onda, de bambula, de mate, de mirada profunda y manos abiertas.
Si, por supuesto, también están llenos de mambos, de problemas existenciales y de luchas internas como todos. Y también por eso los amo.

En mi carta natal, siempre dice textualmente “Nadia tendrá amigos bohemios, artistas y sensibles. Se relacionara con personas excéntricas y raras (...)”
Cada uno muestra lo que es en los amigos que tiene y no me cabe duda.
Cuando era más chica, sentía que tenía pocos amigos y que la soledad era la única que siempre se quedaba a mi lado. Muchas veces me separe, por cosas que hoy siento insignificantes. Muchas otras me lastimaron. Sufrí traiciones, mentiras, engaños. Pero claro, también sabemos que uno atrae lo que es, por que las personas funcionamos “magnéticamente” a través de la energía. Ahora, quizás comprendo porque en otro momento de mi vida atraía a determinadas personas, jodidas y enroscadas que me producían tanto daño.
Y la vida se trata de eso, de conocer, de aprender y de soltar manos.
Algunos se fueron porque cumplieron etapas, otros porque no eran verdaderos amigos, pero siempre de todos aprendí algo.
Y hoy por hoy pareciera que la vida me regalo un manojo “nuevo” de personas, que son el tipo de personas que siempre quise tener a mi lado.
Reflejos de mi propia existencia, del mundo que quiero.
Los amigos que no son ni muchos ni pocos, sino los suficientes.
Porque sobran las noches de confesiones, de abrazos, de miradas inseparables.
Las esperas en el piso de una variete, los mails extensos y las charlas profundas.
Las complicidades, las recetas y los recuerdos.
El idioma que cada grupo crea, las complicidades que solo ellos entienden.
Decía Aristóteles que la amistad es un Alma que habita en dos cuerpos; un corazón que habita en dos Almas.
Agradezco inmensamente a mis verdaderos amigos. A los que me hacen sentir parte de un todo, a los que no me hacen sentir diferente ni ajena. A ellos que son seres que conforman parte del mundo que yo quiero transformar. Admiro la sencillez de muchos, la inteligencia de otros y la sana convivencia que algunos pueden tener con su propia locura.
Gracias por quererme y por bancarme, más aun a los que me conocen íntegramente y a pesar de eso me aman.

N.P.S
10/02/08


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