El humo de la noche

Escribir. Tengo ganas de escribir, me anunció a las 3 Am. el reloj.
Justo a la hora, de mi canción preferida actualmente. Esa canción de Sui Generis que me eriza las pestañas y me obliga a presionar play, una y otra vez casi compulsivamente.
Rumbo a la cocina, me asalto la idea de encender un cigarrillo.
Fume. Y luego, el infaltable té patagónico de frutos del bosque.
Tome una taza, y la coloque adentro de ese extraño electrodoméstico, llamado microondas. En menos de dos minutos tenia entre mis manos, la taza hirviendo.
¿Magia?, pensé. No, ciencia, quizás.
Me senté sobre la mesada y observe la noche. La noche mezclada con el humo del agua, ya un poco más fría.
Tanta luces, tantas casas y ya casi ningún auto en General Paz.
Me acorde de cuando era pequeña. Yo solía pensar, que en algún momento de la noche, toda la gente estaba durmiendo. El silencio de la oscuridad, me hacia creer que nadie estaba despierto ya. Para ese entonces, yo no tenia aun mucha noción de que había gente que vivía en la calle y que no podían conciliar el sueño, a causa del tajante frió.
No sabia que había personas que trabajaba de noche, como las prostitutas, los guardias de seguridad y demás oficios.
Quizás era inocente, o un tanto ciega, pero el correr de las noches me abrió los ojos.
Y comprendí. ¡Tantas cosas y tantas otras!.
Y ahora miro Buenos Aires desde acá arriba y me doy cuenta, que es tan solo un grano de arena en un desierto infinito. Pienso que en otras partes de este mismo planeta, es de día y la gente, esta almorzando o esta chapoteando en el Mar con 40º de temperatura.
Y acá, es de noche y hace un frió que da miedo enfrentar.
Que relativo es todo, me digo. Todo es relativo, nada es absoluto, me responde una de mis voces (valla uno a saber cual).
Después busco la luna, pensando que quizás ella con sus ojos me acaricie la mejilla.
Pero no la encuentro. Entonces, me digo, tengo que escribir.
Con el té, aun caliente, camino en la oscuridad hasta este cuarto y me siento.
Miro al infinito e intento redactar con tipeos elocuentes, un poco lo que percibo, lo que veo, lo que imagino.
El humo de la noche, es extraño. Pero es mágico, sin duda.
Sé que soy un animal nocturno, siempre ame la noche en todos sus matices. Es tan envolvente, serena y trágica…
La noche y yo, mi compañera, mi testigo.
Ya termino y sé exactamente hacia donde voy a ir, a pesar de no haberlo echo todavía.
Caminare unos pasos hasta mi cuarto y abriré la puerta.
La puerta de mi mundo, de mí guarida, de mi mayor obra de Arte.
Mi habitación, mi espacio, mi lugar de catarsis y purpurina.
Supongo que esta noche, además de este riquísimo té que aun no pude disgustar, me acompañara Alfonsina, Alejandra y tal vez, Jesús.
Me despido hasta otra noche.
No deje de sintonizarme.
Por que a pesar de todo, y de todos, yo siempre estoy sintonizada.
Lo sé. Y sé que ustedes, también lo saben.

N.P.S
04/08/06

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