Volubilidad eterica

Si hoy, aun estoy de pie, es simplemente por la frase que acompaña el vaivén de mi cintura. Talita cumi, me recuerda que esto también pasara y que tengo que ser fuerte para mantenerme de pie.

Noción de tiempo y espacio. Ingrávida, atemporal, así me siento.
Definitivamente soy una criatura exótica.
No se bien donde estoy parada, si es que lo estoy.
Confundo la realidad con la ficción y este estado de terapia intensiva logra desesperarme más de lo que hubiera previsto.
A esta hora ya casi no puedo parpadear, por que mis pupilas están resquebrajadas.
Pareciera que un terremoto arraso mi cabeza, y el mas mínimo movimiento me hace quejar del dolor. Y ese quejido es mudo, tan mudo, que ya ni yo puedo escucharlo.
Son los gritos de ella lo que me ensordece y me anula.
La histeria y la locura que nos caracteriza a ambas, parece mágicamente heredada.
La consanguinidad y mi antiguo hogar en su vientre.
Siempre que me estoy duchando, escucho que suena el teléfono.
También escucho, que mi mamá llora. Después me doy cuenta, que fueron solo alucinaciones.
¿Será el llamado de su mente? Le pregunto, retóricamente, a las gotas que caen sobre mí.
Me poso frente al espejo, con una sonrisa de cartón, pero mis ojos no pueden mentirle a nadie, mucho menos a mí. Estoy tan triste, que siento que si me toca el viento me voy a desintegrar, por eso prefiero cerrar la ventana y no cantar con la Luna esta noche.
Me pesan los parpados, me duelen los labios, casi tanto como me duele el alma.
Y esa abismal sensación de caída libre, me oprime el pecho y me exprime las venas.
De todas maneras, yo sé que puedo levantarme por que aun creo en mí.
Creo en mi fuerza, creo en mi energía, creo en mi conexión y creo en la gente.
Comprendo dolorosamente quizás, que todo lo que forma parte de mi vida lo elegí yo de una manera u otra. Tal vez, en otro estado de conciencia pero al fin, yo.
Es difícil…es difícil caminar por el pasillo cuando esta oscuro y cuando alguien que amas más que a tu propia vida, ya no te comprende. Cada paso que doy, hace que me enrede más. Tal vez, si me quedara parada, todo seria más fácil. Pero odio la inmovilidad, me huele a muerte y yo amo la vida, no puedo estar quieta.
Cuando te juzgan injustamente, cuando la libertad no es un derecho, cuando tus tiempos y proyectos son inútiles para esa persona, es difícil.
Pero hay que seguir caminando. A veces hay escaleras, obstáculos y problemas.
Otras veces, cuando me canso mucho de caminar, tomo el ascensor.
Complicado, por que este mismo puede llevarme a la terraza y acercarme allá arriba.
O bien, como todos sabemos, puede llevarme al subsuelo. A ese subsuelo tan oscuro y frió donde pase años acurrucada entre sombras y silencio.
¡Y ahora, recién ahora me doy cuenta que la ascensorista soy yo!.
Y también descubrí que ascensor, se refiere al ascenso.
Lo cual, me denota, que pase lo que pase siempre estoy en ascenso, aunque sienta el fuego bajo mis pies.


N.P.S
08/08/06

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