Memorias enterradas

Yo tenía hijos,
Ellos saltaban sobre mí
¡Y eran felices!
Y yo, era feliz.
No arrastraba mis miserias,
Cual hoja de otoño colonial,
No esperaba más de la gente
Por que tenía hijos,
Y era feliz.
En cada amanecer estaban ellos,
y en cada atardecer estaban conmigo
No había, aun, noches oscuras ni solitarias.
No había cuadernos con renglones, ni plumas con sangre.
Había gente que me quería.
Había gente que me escuchaba.
Y por suerte, no había tanta gente que me necesitara.
Y yo, yo era feliz.
Y ellos ya no saltaban.
Y yo dije, basta.
Y ellos no existían
Al igual que yo
Que soy un invento de mi propia imaginación.
¿Ellos, también lo serán?
¿Y ustedes?.

N.P.S
Marzo 2006

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