Rebotando al cielo

Estoy de este lado del cristal, del vidrio y me pregunto ¿Quiénes serán los peces? ¿Ellos o yo?. Estas paredes amarillas y rojas, bastantes delirantes por cierto, comienzan a enloquecerme. Y yo, me pregunto ¿Eran ellas o era la vida?.
Observo en Av. Cabildo, desde esta altura privilegiada, a las personas. Hay de todo, ¡Como no!. Hay gente, hay personajes, algún que otro ser humano, niños, ancianos, adultos.
Y yo siempre tan yo.
Enfrente mío, mis cigarrillos, mi celular, un vaso grande de “pepsi” y una bandeja con unos monstruitos muy simpáticos que no dejan de mirarme. Algunos tienen dos ojos lo que “supuestamente” es normal (¿Quien dijo?). Otros tienen tres ojos, y un par tienen solo uno, a lo mejor están jugando a ser cíclopes. Sin embargo, lo que más me llama la atención siguen siendo las personas, todos esos seres dotados de razón “supuestamente” que caminan por la avenida y por este lugar de comidas rápidas.
Caminan, creo, sin saber a donde van como una coreografía sin fin. Sus caras parecen confundidas, sus ropas holgadas, ajadas. Algunos me miran, intentando comprenderme, aunque no sepan el porque. Miro la bandeja nuevamente, y observo que en la esquina superior izquierda dice “Busca a tus nuevos amigos”.
Yo, me rió.
¿Amigos? ¿Aquellos que se paran en la senda del peatón a esperar que yo cruce en rojo? ¿O aquellos que se encargan de tocarme bocina, casi si darse cuenta, que están en infracción, adelantados de la línea blanca que nos separa? ¿De cuales amigos me esta hablando esta colorida y delirante bandeja?. Cabildo y Olazábal, lugar de encuentro…¿Conmigo misma? Con mis uñas negras y mi pasado sepultado? ¿O con mi ropa de bambula con olor a Mirra?. Creo que el encuentro es con aquella escritora apasionada que logro fusionar a todo el cocktel en un solo trago ¿No? (Que ilusa les pregunto a ustedes subversivos lectores que casi no saben quien soy).
Yo ya no se que nombre ponerle a esto, a esto que tampoco se que es, pero existe.
Y existe por que es real, al menos en mi realidad de espejos rotos y amatistas violetas que dialogan con la luna al amanecer. Me distrae, un micro que dice “La mejor manera de llegar a destino”. Me quedo pensando reflejada en el cristal de esta pecera ilusoria. ¿Destino? ¿Maneras? No hay mejor, ni peor. No hay maneras, pero si hay destino.
¡Si señor! Las palomas, se posan en el semáforo y me miran. Yo creo que intentan decirme algo, pero como de costumbre, no logro descodificar el mensaje divino que ellas me traen. Tal vez, ya sea hora de irme. Sigo esperando tu llamado, que es el mío. Lo se yo, lo sabes vos y lo saben todos.

N.P.S
31/05/06

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