Papa eléctrico y acuático

Afuera llueve. Cortocircuitos en mi casa, en mi mente y en mi corazón. Afuera llueve y en la tele anuncia que Dios le abría esta noche las puertas al papa. Igual yo sigo acá. Mis únicas compañías son el mate y la pava. El ya se fue, aunque aun logro sentirlo. Afuera llueve. Miles de millones de gotas caen sobre el frío asfalto de la tarde. Quizá sean almas nuevas, cristales tal vez. Seria una buena teoría pensar que cada vez que llueve un grupo de almas “cae” al mundo. (Si pensáramos que llueve todos los días en diferentes partes del mundo). Los cables me dan miedo. Miro el mate, ya no larga humo, ya me queme. Recuerdo el pasado, a veces a él o a ella también. Afuera llueve. Tranquila y solitaria, como de costumbre, sigo pensando en todo, es decir en nada, es como pensar en Dios. El es todo por eso es nada también. Afuera llueve. Y ahora que lo pienso mejor, adentro también...

N.P.S
01/04/05

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